miércoles, 28 de marzo de 2018

Mi Mamá Tenía Razón

"¡Ojala se queme esa maldita televisión". Es una de las frases que más escuché en mi infancia. Mi vieja odiaba la TV, por varias razones: primero, porque con mis hermanas nos peleábamos cuando ellas querían ver una novela y yo alguna otra cosa. Segundo porque nos pasábamos horas mirando tele. Así de fácil. Y así de imposible era de entender para nosotros. ¿Qué mejor que hacer algo divertido durante todas las horas que sea posible?
Los domingos, por ejemplo, Soldán copaba el living con Domingos para la Juventud y no había quién lo saque. La Pantera Rosa a las 20, era una fija. Los dibujitos, los programas de Sofovich, El Rafa con Alberto de Mendoza, Música Total, Todos los Goles, El Mundo del Espectáculo con sus películas a las 22:00  y un infinito etcétera.

A mí me costaba entender qué clase de infancia había tenido mi madre sin televisión. Me contaba que se ponían todos al lado de la radio para escuchar el "Radioteatro". Me parecía una tontería y no tan diferente de ponerse todos frente a la TV, con la diferencia que nosotros ¡podíamos verlo!

Tiempo después, cuando fuimos grandes y padres, nos empezamos a preguntar si las profecías de mi madre se habían cumplido y si la TV nos había arruinado la vida. Y no. Eso decimos siempre: "Tan mal no salimos, che!". Nos creemos adultos comprometidos con la sociedad, dedicados a nuestros hijos y parejas, respetuosos con nuestros padres, etc.

Pero no. Salimos mal. Muy mal.

Para empezar, ya de movida no veíamos la desventaja en poder "ver" el radioteatro en vez de imaginarlo. Esa diferencia que hay entre leer un libro o ver la película. Esa posibilidad de darle a tu cabecita la chance de imaginar como se le de la gana la cara de la protagonista, o del malo de la historia. O cómo era la casa donde transcurría la historia. Ahora la tenés servida en bandeja.

Para seguir, el estar "como un zombie" frente a la tele, actividad adictiva como la peor droga, nos hizo convertir en zombies adictos que nos dedicamos la vida entera, el mundo entero, a conseguir más de lo mismo: que estemos frente a una pantalla. O acaso no llegamos al límite de tener una pantalla en el puto bolsillo para mirar "tele" cuando querramos? Telefonos, tablets, en el avión, en los trenes, en el cajero automático, en migraciones. Donde quiera que vayas hay una pantalla esperándote porque todos saben que pantallas brindan felicidad. Hasta en la salida del baño aeropuerto hay una pantallita para que marques si tuviste una experiencia placentera del 1 al 5.
Los negocios de ropa tienen pantallas con videos todo el tiempo. Los bares ponen música pero a la vez tienen pantallas que pasan OTROS videos con volumen en cero que nada tienen que ver con la música que se escucha en el bar.

Claro, muchos (como yo) nos vanagloriamos diciendo "yo no veo tele". Si, claro, no vemos los canales abiertos, no vimos a Tinelli, etc. Pero estamos frente a la PC, o a la tablet, o al puto telefonito.

Salimos mal.

Nos comunicamos cada vez menos a pesar de que nos comunicamos más. Eso creo que ya todos lo entendimos. En mi último cumpleaños recibí 5 llamadas telefónicas, 60 mensajes por whatsapp y 140 por facebook. ¡Y un mail de Recursos Humanos de mi trabajo! Estamos mal eh.

La tele se nos metió en la sangre y hoy en día el mundo entero dedica todos sus recursos a hacer series (comparemos Games of Thrones con Petrocelli o Hechizada), realities, applicaciones, pantallas más grandes, con conexión a internet. El celular es el centro de la vida de muchísimas personas, que si lo pierden, es la peor noticia que les podés dar en el mundo.

Perdimos la capacidad de concentrarnos en la lectura de un texto por más de 10 minutos seguidos sin que se interrumpa con una notificación de alguna aplicación. Dejó de importarnos si nuestro hijo sale al parque o si se queda jugando con el celular. Nos consolamos convenciéndonos de que salir al parque una vez por semana está bien, o que corra en el recreo del colegio. Deshumanizamos todo. Desde el nacimiento de la tarjeta electrónica de cumpleaños en los 90 (¿se acuerdan?) hasta mandar un whats en vez de escribir una notita. Escuchamos orgullosos a padres que dicen que sus hijos de 6 años ya saben instalar aplicaciones en el celu mientras piensan que tienen al próximo Bill Gates en casa y en realidad lo que tienen es una ovejita más del rebaño. La más obediente.

Salimos mal y vamos peor. Porque nosotros nacimos con dibujitos que daban de 10 a 12 y de 18 a 20. Hoy entre los canales de cable 24/7 y Youtube, un chico puede vivir toda su vida viendo dibujitos. No hay que pensar nada ni saber nada porque está todo "ahí". Y si dedicásemos esa facilidad de disponer de los datos para crear algo más grosso con ese ahorro de tiempo, entonces sí estaría bien. Pero no. Usamos ese tiempo para... entrar a facebook y mirar las tonterías que hacen los demás. Incluso gente que no conocemos.

Sí... nos gusta decir que no, pero salimos mal. La tele nos pudrió el cerebro y ahora en forma exponencial, estamos pudriéndole el cerebro a las futuras generaciones.


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